Cuatro años después del nacimiento del 15M, los indignados tenemos ya cierta experiencia en enfocar nuestros esfuerzos por hacer un mundo mejor en lo que cada uno considere que es su porción de cielo. Construir un mundo mejor no tiene atajos revolucionarios.
El primer paso es uno mismo: conócete a ti mismo, sé tú el cambio que quieres ver en el mundo. No hay atajos.
Hay indignados que han convertido en una cárcel su indignación. La cárcel de la queja y el revisar cada día lo mal que lo hacen los políticos. La queja perpetua que ocupa de por sí media jornada de trabajo constructivo y la otra media se pierde en frustración. En realidad, es una cortina de humo para no ver lo poco o nada que contribuyen ellos mismos a ese cambio, una manera de evadirse del tren de la vida.
El ejemplo de otros indignados, que sí han seguido construyendo: partido políticos, monedas sociales, movimientos artísticos, activismo social, comercio justo o cualquier otra actividad que de verdad los representa, pero en su día a día, en sus quehaceres diarios. Han dejado de desperdiciar su mayor tesoro, que es su tiempo y energía, para de verdad ser parte del cambio que anhelan para todos.
Busca tu realización personal, dirígete sin excusas hacia ella. Pon tus ideales en su lugar, en el horizonte, en el largo plazo, la marca hacia donde caminar, pero CAMINA HOY. Descubre en qué actividades puedes contribuir con tus talentos a crear semillitas de cambio. Empieza por las actividades concretas de tu vida, busca la coherencia, construye con amor.